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miércoles, 3 de octubre de 2012

LA MÚSICA DE DIOS:

Un organista de una iglesia estaba

 practicando una pieza de Felix Mendelssohn

 y no estaba tocando muy bien.


 Frustrado, recogió su partitura

 de música y se dispuso a irse.

 No había notado a un extraño

 que se había sentado

 en un banco de atrás.



Cuando el organista se dio

 la vuelta para irse,

 el extraño se le acercó

 y le preguntó si él podía tocar la pieza.

 El organista respondió bruscamente:

 «Nunca dejo que nadie toque este órgano.».

 Finalmente, después de dos

 peticiones amables más,

 el músico gruñón le dio

 permiso con renuencia. 

El extraño se sentó

 y llenó el santuario de una hermosa

 e impecable música.

 Cuando terminó, el organista preguntó:

 «¿Quién es usted?» 

El hombre contestó:

 «Yo soy Felix Mendelssohn.»

 El organista por poco impide 

al creador de la canción

 que tocara su propia música. 


Hay veces en que nosotros

 también tratamos de tocar

 los acordes de nuestra vida

 e impedimos a nuestro Creador

 que haga una música hermosa. 


Igual que el obstinado organista,

 quitamos las manos 

de las teclas con renuencia.

 Como pueblo Suyo, somos 

«creados en Cristo Jesús

 para buenas obras,

 las cuales Dios preparó de antemano»

 (Efesios 2:10). 

Pero nuestras vidas no producirán 

una música hermosa a menos

 que le dejemos obrar a través de nosotros. 

Dios tiene una sinfonía escrita

 para nuestras vidas.

 Dejémosle que haga

 su voluntad en nosotros. 



* LA CAPACIDAD DE DIOS NO ESTÁ LIMITADA POR NUESTRA INCAPACIDAD. *

Esta bonita entrada la he traído del blog de mi amiga UNA JULIETA DE JESÚS.

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