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domingo, 3 de febrero de 2013

Yo estuve en misa


4º Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo C.
San Lucas 4,21-30. 

Otra noticia buena la que hemos recibido hoy en misa. Que importante es ir todos los domingos y no perdernos la misa, porque siempre hay algo bueno que nos interesa saber y que si vamos podemos llevárnoslo luego a casa para compartir con los demás.

En el evangelio de hoy hemos descubierto algo muy importante, que Dios nos envía a Jesucristo a curar nuestros corazones de la ceguera y del egoísmo. Decía el mismo Jesús que nadie es profeta en su tierra. Claro, normal... Imagínate que los hombres de aquella época muy arraigados a las escrituras y a todo lo que los profetas habían dejado escrito en ellas. Estaban esperando un salvador, un mesías, que les salvaría  esperaban a alguien muy grande e importante. Y mira tu por donde Dios quiso venir en la persona de Jesús, el hijo de un simple carpintero. Pues no podían dar crédito a lo que veían y oían cuando Jesús se proclama a si mismo como el mesías que ha de salvarlos.  Eso nos pasa a todos en verdad. Nosotros esperamos conocer a Dios, queremos verle como lo imaginamos, alguien muy poderoso, que abre el cielo y viene volando y como si fuera un superman nos salva de todas nuestras cositas que no nos gustan y nos ayuda a ser felices.
Pero Dios no es así, Él lo sabe todo y sabe hasta las cantidad de tonterías que nosotros nos imaginamos y que a veces por esperar algo así, no nos damos cuenta de lo verdaderamente importante. Hoy Jesús viene a nosotros como un buen medico que conoce todas las enfermedades. Sabe que somos egoístas  que esperamos lo que somos incapaces de dar, y que si Él no se presenta como un pobre hijo de carpintero semejante a nosotros, seremos incapaces de imitarle. Porque eso es lo que pretende de nosotros  curarnos con su ejemplo, enseñarnos con sus obras. También nosotros debemos de poner un poco de nuestra parte y no cerrarnos ante lo que vemos y no comprendemos, Dios se hace hombre y viene a nosotros, recibamosle sin hacer juicios, confiando en que nos va a salvar aunque no nos parezca que es el mesías adecuado, o que es el Dios que tenemos entendido. Él va a demostrar que puede curarnos, que va a cargar con la enfermedad de nuestro pecado y que va a vencer a la muerte, para nunca más dudemos de quien es Él, ni tengamos miedo a lo que desconocemos o no nos creemos con virtudes para afrontar.

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