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sábado, 22 de septiembre de 2012

MC 9, 30-37.



“Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, 

porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará". Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. 
Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?". Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. 
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". 
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: 
"El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado”  (Mc 9, 30-37)
1- Los discípulos discutían sobre quién era el primero y Jesús les pone, como modelo, un niño; y les sugiere recibir y atender a los que están últimos…

2- Rivalizaban, mezquinamente, sobre los puestos más importantes, y el Señor corrigió sus deseos de poder y honor, hablándoles de su Pasión y obediencia…

3- Cristo nos enseña: “Yo estoy ente ustedes como el que sirve” (Lucas 22, 27). “El mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” (Marcos 10, 45).

4- Jesús nos pide tener predilección por los que están en el último lugar. Y, por eso, el servicio (sobre todo a los más necesitados) es el distintivo del cristiano.

5- “La grandeza del discípulo, en clara oposición al orgullo, la ambición y el prestigio, se distingue por su capacidad de servicio, desde la pequeñez, la humildad y la sencillez. Discipulado, servicio y  humildad son requisitos indispensables para ser un verdadero cristiano” (Diario Bíblico, Claretiana).

6- “Los que gobiernan no deben alegrarse de presidir a otros, sino de servirlos… Querer ser temido por un igual, es un acto de soberbia contra la naturaleza” (San Gregorio Magno, Regla Pastoral, II, 6).

7- “Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo” (Mateo 18,3-5).

8- “Les hace ver que deben ser humildes y sencillos, porque el niño está limpio de envidia, de vanagloria y de toda ambición de primacía” (San Beda).

9- “Todo deseo de alguna autoridad, debe transformarse en un deseo de servir, a todos, desde el último lugar” (P. Víctor Manuel Fernández).

10- Jesús nos habla, este Domingo, de humildad, de generosidad, de servicialidad y de entrega, y ser más semejantes a Él…

11- “Hacer el bien es un evangelio ecuménico, interreligioso, multiétnico y pluricultural” (Nota de “La Biblia de ntro pueblo”, de Schökel).

12- “El hombre, única criatura a la que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera, de sí mismo, a los demás” (Gaudium et spes, n° 24).

13- Cristo nos muestra el camino de la infancia espiritual y, ese niño del Evangelio, muestra un misterio de inocencia, de bondad, de gratuidad y de grandeza interior.

14- “Humildad es andar en verdad” (Sta. Teresa).Y reza S. Agustín: “Conocerte a Ti, Señor, y conocerme a mí”…

15- Pidamos la intercesión de María, para que podamos vaciarnos un poco de nosotros mismos, y Dios pueda colmarnos con su Presencia…

16- “El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas… Su misericordia se extiende de generación en generación… Dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes” (Lucas 1, 49-52).

17- “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido” (Lucas 10, 21).

OREMOS TODOS: “Cambia mi corazón, Señor; sólo Tú puedes liberarlo de sus deseos de gloria y poder; y sanar su orgullo, y hacerlo simple y desprendido, como el tuyo. Dame la gracia de amar el último lugar, ése que nadie desearía quitarme”(P. Víctor Manuel Fernández).

Presbítero José Luis Carvajal (Buenos Aires, Argentina)

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