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domingo, 23 de septiembre de 2012

Yo estuve en misa.

     domingo 25º del tiempo ordinario.
(Marcos 9, 30-37)


     Hoy quien haya estado atento al evangelio habrá podido comprobar lo sencillo de entender que es. 
   Jesús viendo que los discípulos discutían entre si por saber quien era más importante. les enseña que para ser el mejor y el primero, solo hay que ser el último. Coge a un niño y se lo presenta a los discípulos y los `pone frente a la única verdad. 
   Que quien acoge a un niño en su nombre, le acoge a Él y quien acoge a Jesucristo o aquello que Él dice acoge a quien lo ha enviado. Eso quiere decir que solo cuando defendamos a los más pequeños, a los últimos, a los que como pequeños niños no tienen valor, podremos salvarnos. 
     Este es un mensaje duro para los peques lo que os voy a decir, pero merecéis conocer la verdad y que nadie os engañe. Los mayores hoy día estamos matando a muchos bebés cuando son abortados en los hospitales y Jesús nos está diciendo que eso está mal, que quien acoja a esos niños le acogen a Él. 
     Los mayores debemos pararnos seriamente a pensar en esto y reflexionar con lo que estamos haciendo con nuestros niños.
     Si eres un adulto lee estas palabras que el Santo Padre ha dicho en uno de sus discursos en el Líbano. Y si eres un peque, léelas con tus papás y meditarlas juntos en familia.

     Para construir la paz, nuestra atención debe dirigirse a la familia para facilitar su cometido, y apoyarla, promoviendo de este modo por doquier una cultura de la vida. La eficacia del compromiso por la paz depende de la concepción que el mundo tenga de la vida humana. Si queremos la paz, defendamos la vida. Esta lógica no solamente descalifica la guerra y los actos terroristas, sino también todo atentado contra la vida del ser humano, criatura querida por Dios.      Benedicto XVI 


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