Félix de Nola fue un gran confesor de la fe. En la campania, lo que hoy es Italia se desarrollo su vida y santidad.
Cuenta san Paulino en sus escritos que Felix desde su juventud tuvo una gran caridad, que repartió entre los pobres todos sus bienes familiares y se hizo presbitero. Cuando comenzó la gran persecución a la Iglesia el obispo por entonces de Nola, San Máximo huyó al desierto y en su lugar fue apresado Félix que por entonces era sacerdote. Fue sometido en la carcel a duras torturas pero no dijo donde estaba su obispo. Cuentan que se le apareció un ángel diciéndole donde estaba el Máximo que fallecía de hambre y que este al dar con él y frente a la impotencia de poder salvar al obispo comenzó a orar con profunda confianza y que su oración llegó a Dios haciendo este que apareciera un racimo de uvas que al caer el jugo en la boca de Máximo recuperó a este.
San Félix tuvo que estar escondido gran parte de su vida hasta que a la muerte de Denicio disminuyó la persecución a la Iglesia. Vivió en la oración y en la pobreza dando siempre testimonio de su fe.Y pese a ser muy pobre llegó a ser nombrado de obispo de Nola por los suyos.
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