RELATO: EL CAMIÓN DE BOMBEROS
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Era un 7 de enero de 1969, terminada la navidad, había que regresar a clase de párvulos de la señorita Begoña, en el colegio de los Hermanos Maristas de Bilbao.
La profesora nos pidió que cediéramos algún juguete usado o quizás nuevo, había niños en los barrios humildes de Ocharkoaga, que no habían recibido nada.
En casa me esperaba el camión de bomberos que no solo tenía una escalera que se plegaba en tres partes, sino que venía con la magia del mismísimo Oriente.
No comprendía el enojo en un principio de mis padres por querer regalarlo, me lo habían comprado los reyes magos, no ellos. Menos entendía la torpeza de hombres tan sabios, que se olvidan de los barrios más pobres.
Veinte años después, minutos antes de mi ordenación sacerdotal, rezando, me sorprendió que viniera a la mente aquel hecho, como ocurrido el día anterior.
El detalle insignificante de un niño de cinco años, quedó estampado en el Corazón de Dios y por eso el día que me consagraba lo recordaba.
Les conté esta historia en el Hogar Nazaret…Lo han organizado bien. Con Viky al frente, una excelente voluntaria, han ido recorriendo los asentamientos más humildes de Puerto Maldonado, repartiendo tickets a los más pequeños.
Nuestros niños han regalado sus juguetes a otros más necesitados, en la capilla del Señor de los Milagros.
Y Dios, ha vuelto a sonreír.
Era un 7 de enero de 1969, terminada la navidad, había que regresar a clase de párvulos de la señorita Begoña, en el colegio de los Hermanos Maristas de Bilbao.
La profesora nos pidió que cediéramos algún juguete usado o quizás nuevo, había niños en los barrios humildes de Ocharkoaga, que no habían recibido nada.
En casa me esperaba el camión de bomberos que no solo tenía una escalera que se plegaba en tres partes, sino que venía con la magia del mismísimo Oriente.
No comprendía el enojo en un principio de mis padres por querer regalarlo, me lo habían comprado los reyes magos, no ellos. Menos entendía la torpeza de hombres tan sabios, que se olvidan de los barrios más pobres.
Veinte años después, minutos antes de mi ordenación sacerdotal, rezando, me sorprendió que viniera a la mente aquel hecho, como ocurrido el día anterior.
El detalle insignificante de un niño de cinco años, quedó estampado en el Corazón de Dios y por eso el día que me consagraba lo recordaba.
Les conté esta historia en el Hogar Nazaret…Lo han organizado bien. Con Viky al frente, una excelente voluntaria, han ido recorriendo los asentamientos más humildes de Puerto Maldonado, repartiendo tickets a los más pequeños.
Nuestros niños han regalado sus juguetes a otros más necesitados, en la capilla del Señor de los Milagros.
Y Dios, ha vuelto a sonreír.
fuente: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1096991743645767&set=a.103616052983346.7422.100000048563223&type=3&theater