Desde aqui puedes BUSCAR lo que necesites en este blog.

Mostrando entradas con la etiqueta Natividad de María.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Natividad de María.. Mostrar todas las entradas

sábado, 1 de diciembre de 2012

sábado, 8 de septiembre de 2012

Poesía; Natividad de María :



Canten hoy, pues nacéis vos,
los ángeles, gran Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios. 

Canten hoy, pues a ver vienen
nacida su Reina bella,
que el fruto que esperan de ella
es por quien la gracia tienen.

Digan, Señora, de vos,
que habéis de ser su Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Pues de aquí a catorce años,
que en buena hora cumpláis,
verán el bien que nos dais,
remedio de tantos daños.

Canten y digan, por vos,
que desde hoy tienen Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Y nosotros, que esperamos
que llegue pronto Belén,
preparemos también,
el corazón y las manos.

Vete sembrando, Señora,
de paz nuestro corazón,
y ensayemos, desde ahora,
para cuando nazca Dios. Amén.
(Lope de Vega)

NACIMIENTO DE MARIA.

viernes, 7 de septiembre de 2012

La Natividad de María en el Orbe:

Revelaciones de Jesús a la
Beata Ana Catalina Emmerick
 




En el instante en que la pequeña María se hallaba en los brazos de Santa Ana, la vi en el cielo presentada ante la Santísima Trinidad y saludada con júbilo por todos los coros celestiales. Entendí que le fueron manifestados de modo sobrenatural todas sus alegrías, sus dolores y su futuro destino. María recibió el conocimiento de los más profundos misterios, guardando, sin embargo, su inocencia y candor de niña. Nosotros no podemos comprender la ciencia que le fue dada, porque la nuestra tiene su origen en el árbol fatal del Paraíso terrenal. Ella conoció todo esto como el niño conoce el seno de la madre donde debe buscar su alimento.

La Santa e Inmaculada Concepción de María :

Revelaciones de Jesús a la
Beata Ana Catalina Emmerick
 


   Cuando Joaquín, que se encontraba de nuevo entre su ganado, quiso ir de nuevo al templo para ofrecer sacrificios, le envió Ana palomas y otras aves en canastos y jaulas por medio de los siervos para que fuesen a llevárselas a la pradera. Joaquín tomó dos asnos y los cargó con tres animalitos pequeños, blancos y muy despiertos, de cuellos largos, corderos o cabritos, encerrados en cestas. Llevaba él mismo una linterna sobre su cayado: era una luz en una calabaza vacía. Subieron al templo, guardando sus asnos en una posada, que estaba cerca del mercado. Llevaron sus ofrendas hasta los escalones más altos y pasaron por las habitaciones de los servidores del templo. Allí se reunieron los siervos de Joaquín después que les fueron tomadas las ofrendas.

Natividad de La Virgen Santísima:

Revelaciones de Jesús a la
Beata Ana Catalina Emmerick
 



Con varios días de anticipación había anunciado Ana a Joaquín que se acercaba su alumbramiento. Con este motivo envió ella mensajeros a Séforis, a su hermana menor Marha; al valle de de Zabulón, a la viuda Enue, hermana de Isabel; y a Betsaida, a su sobrina María Salomé, llamándolas a su lado. Vi a Joaquín, la víspera del alumbramiento de Ana, que enviaba numerosos siervos a los prados donde estaban sus rebaños, yendo él mismo al más cercano.

Entre las nuevas criadas de Ana, sólo guardó en su casa a aquéllas 
cuyo servicio era necesario. Vi a María Helí, la hija mayor de Ana, ocupándose en los quehaceres domésticos. Tenía entonces unos diecinueve años, y habiéndose casado con Cleofás, jefe de los pastores de Joaquín, era madre de una niñita llamada María de Cleofás, de más o menos cuatro años en aquel momento. Joaquín oró, eligió sus más hermosos corderos, cabritos y bueyes y los envió al templo como sacrificio de acción de gracias. No volvió a casa hasta el anochecer.
 

Por la noche vi llegar a casa de Ana a sus tres parientas. La visitaron en su habitación situada detrás del hogar, y la besaron. Después de haberles anunciado la proximidad de su alumbramiento, Ana, poniéndose de pie, entonó con ellas un cántico concebido más o menos en estos términos: “Alabad a Dios, el Señor, que ha tenido piedad de su pueblo, que ha cumplido la promesa hecha a Adán en el paraíso, cuando le dijo que la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente…”. No me es posible repetir todo con exactitud. Se encontraba Ana en éxtasis, enumerando en su cántico todas las imágenes que figuraban a María. Decía: “El germen dado por Dios a Abraham ha llegado a su madurez en mi misma”. Hablaba luego de Isaac, prometido de Sara, y agregaba: “El florecimiento de la vara de Aarón se ha cumplido en mí”.

La he visto penetrada de luz en medio de su aposento, lleno de 
resplandores, donde aparecía también, en lo alto, la escala de Jacob. Las mujeres, llenas de asombro y de júbilo, estaban como arrobadas, y creo que vieron la aparición. Después de la oración de bienvenida se sirvió a las mujeres una pequeña comida de frutas y agua mezclada con bálsamo. Comieron y bebieron de pie, y fueron a dormir algunas horas para reposar del viaje. Ana permaneció levantada, y oró. Hacia la media noche, despertó a sus parientas para orar juntas, siguiéndola éstas detrás de una cortina cerca del lecho. Ana abrió las puertas de una alacena embutida en el muro, donde se hallaban varias reliquias dentro de una caja. Vi luces encendidas a cada lado; pero no sé si eran lámparas. Al pie de este pequeño altar había un escabel tapizado.

El 
relicario contenía algunos cabellos de Sara, a quien Ana profesaba veneración; huesos de José, que Moisés había traído de Egipto; algo de Tobías, quizás un trozo de vestido, y el pequeño vaso brillante en forma de pera donde había bebido Abraham al recibir la bendición del ángel y que Joaquín había recibido junto con la bendición. Ahora sé que esta bendición constaba de pan y vino y era como un alimento sacramental. Ana se arrodilló delante de la alacena. A cada lado de ella estaba una de las dos mujeres, y la tercera, detrás. Recitó un cántico: creo que se trataba de la zarza ardiente de Moisés.

Vi entonces 
un resplandor celestial que llenó la habitación, y que, moviéndose, condensábase en torno de Ana. Las mujeres cayeron como desvanecidas con el rostro pegado al suelo. La luz en torno de Ana tomó la forma de zarza que ardía junto a Moisés, sobre el monte Horeb, y ya no me fue posible contemplarla. La llama se proyectaba hacia el interior: de pronto vi que Ana recibíaen sus brazos a la pequeña María, luminosa, que envolvió en su manto, apretó contra su pecho y colocó sobre el escabel delante del relicario. Prosiguió luego sus oraciones. Oí entonces que la niña lloraba. Vi que Ana sacaba unos lienzos debajo del gran velo que la cubría y fajándola, dejaba la cabeza, el pecho y los brazos descubiertos. La aparición de la zarza ardiendo desapareció.
 

Levantáronse entonces las mujeres y en medio de la mayor admiración recibieron en brazos a la criatura recién nacida, derramando lágrimas de alegría. Entonaron todas juntas un cántico de acción de gracias, y Ana alzó a la niña en el aire como para ofrecerla. Vi entonces que la habitación se volvió a llenar de luces y oí a los ángeles que cantaban Gloria y Aleluya. Pude escuchar todo lo que decían: supe que, según lo anunciaban, veinte días más tarde la niña recibiría el nombre de María. Entró Ana en su alcoba y se acostó.

Las mujeres 
tomaron a la niña, la despojaron de la faja, la lavaron y, fajándola de nuevo, la llevaron en seguida junto a su madre, cuyo lecho estaba dispuesto de tal manera que se podía fijar contra él una pequeña canasta calada, donde tenía la niña un sitio separado al lado de su madre. Las mujeres llamaron entonces a Joaquín, el cual se acercó al lecho de Ana, y arrodillándose, derramó abundantes lágrimas de alegría sobre la niña. La alzó en sus brazos y entonó un cántico de alabanzas, como Zacarías en el nacimiento del Bautista. Habló en el cántico del santo germen, que colocado por Dios en Abraham se había perpetuado en el pueblo de Dios y en la Alianza, cuyo sello era la circuncisión y que con esta niña llegaba a su más alto florecimiento. Oí decir en el cántico que aquellas palabras del profeta: “Un vástago brotará de la raíz de Jessé”,cumplíase en este momento perfectamente. Dijo también, con mucho fervor y humildad, que después de esto moriría contento.

Noté que María Helí, la hija 
mayor de Ana, llegó bastante tarde para ver a la niña. A pesar de ser madre ella misma, desde varios años atrás, no había asistido al nacimiento de María quizás porque, según las leyes judías, una hija no debía hallarse al lado de su madre en tales circunstancias. Al día siguiente vi a los servidores, a las criadas y a mucha gente del país reunidos en torno de la casa. Se les hacía entrar sucesivamente, y la niña María fue mostrada a todos por las mujeres que la atendían. Otros vecinos acudían porque durante la noche había aparecido una luz encima de la casa, y porque el alumbramiento de Ana, después de tantos años de esterilidad, era considerado como una especial gracia del cielo. 





fuente: http://www.capillacatolica.org/

Encuentro de Joaquín y Ana :

Revelaciones de Jesús a la
Beata Ana Catalina Emmerick


Joaquín fue guiado por los sacerdotes hasta la puerta del pasillo subterráneo, que corría debajo del templo y de la puerta derecha. Era éste un camino que se usaba en algunos casos para limpieza, reconciliación o perdón. Los sacerdotes dejaron a Joaquín en la puerta, delante de un corredor angosto al comienzo, que luego se ensanchaba y bajaba insensiblemente. Había allí columnas forradas con hojas de árboles y vides y brillaban los adornos de oro en las paredes iluminadas por una luz que venía de lo alto. 

La visión de Joaquín :

Revelaciones de Jesús a la
Beata Ana Catalina Emmerick
 


He visto también la aparición del ángel a Joaquín. El ángel le mandó llevar las ofrendas al templo y le prometió que sería escuchada su oración. A pesar de que le dijo que fuera después a la puerta dorada del templo, Joaquín sentíase temeroso de ir. Pero el ángel le dijo que los sacerdotes ya tenían aviso de su visita.

Esto sucedía en tiempo de la fiesta de los tabernáculos. Joaquín 
había levantado su choza con ayuda de sus pastores. Al cuarto día de fiesta dirigióse a Jerusalén con numeroso ganado para el sacrificio, y se alojó en el templo. Ana, que también llegó el mismo día a Jerusalén, fue a hospedarse con la familia de Zacarías, en el mercado de los peces, y se encontró con Joaquín al finalizar las fiestas.

ORACIÓN DE LA NATIVIDAD DE LA SIEMPRE VIRVEN NIÑA MARÍA:

Glitter Photos
 tu    reconcilias
a     los     hombres
con     su     creador
a     traves     del
fruto     de     tu
vientre

¡Que grande gozo e incomparable alegría debe tener todo el mundo el día de vuestro sagrado nacimiento, ¡oh niña benditísima! pues con la luz que vos, como alba divina, le trajisteis, se bañó de nueva claridad y comenzó a respirar! A toda la Santísima Trinidad alegrasteis con vuestro nacimiento; al Padre por haber nacido su dulce esposa, al Hijo porque habías de ser su Madre, y al Espíritu Santo porque erais su templo, y por su virtud habíais de concebir en vuestro vientre virginal al Verbo Eterno. Los santos patriarcas vieron en este día cumplidos sus deseos; los profetas acabadas aquellas sombras y figuras debajo de las cuales tantas veces os dibujaron y pintaron, los ángeles su Reina y Señora, y los hombres de honra, ornamento y gloria de todo el linaje humano; y finalmente, todos los judíos y gentiles, justos y pecadores tienen hoy causa de particular regocijo, por haber salido a luz la que había de darnos al que es luz y vida del mundo.
Vos, niña gloriosa, nacisteis hoy la más linda, la más bella y hermosa y más adornada de gracias que ninguna pura criatura. Porque así como vuestro precioso Hijo os fue muy parecido en el ser natural como hijo a su madre, así vos fuisteis muy semejante a vuestro Hijo en el ser de gracia, en la cual él era vuestro Padre; y así convino que en el alma y en el cuerpo no hubiese cosa criada que con vos se pueda comparar. Vos sois la segunda Eva y madre de los vivientes que vivirán para siempre, vos más dichosa que Sara, más prudente que Rebeca, más hermosa que Raquel, más fecunda que Lia, más excelente que María hermana de Moisés y Aaron, más sabia que Débora, más fuerte que Judíth, más graciosa que Ester, más humilde que Abigail, más casta que Susana. Porque sois aquella mujer vestida de sol y coronada de estrellas, que tiene la luna debajo de sus pies, y aquel santuario que Dios hizo para habitar en él, y aquel arca fabricada de madera de Setin, y forrada por dentro de oro purísimo, que son todas las virtudes con que Dios os adornó.
Dios os salve, María suavísima, hija sois de Eva, mas para reparar las miserias de Eva; hija sois de hombre, mas madre de Dios; virgen sois, mas no sin fruto; fecunda sois, mas sin detrimento de vuestra pureza virginal. Dios os salve, Virgen sacratísima, tálamo del Esposo celestial, templo de la sapiencia increada, sagrario del Espíritu Santo, huerto de delicias, paraíso de deleites, vena de aguas vivas, y depositaria de todas las gracias y dones de Dios, y singular entre todas las criaturas; pues no hay cosa que os iguale, y todo lo que tiene ser está sobre vos o debajo de vos, porque Dios solamente es sobre vos, y todo lo que no es Dios está debajo de vos. Desde este punto y desde esta hora en que salisteis al mundo para bien del mundo yo os reconozco y tomo por Señora mía, y os doy el parabién y vasallaje como a Reina soberana del cielo y de la tierra, y madre de mi Señor Jesucristo. Vos, Virgen purísima y niña sacratísima, tomadme por esclavo perpetuo y de vuestro Hijo benditísimo, para que yo con verdadero y santo gozo me goce hoy de vuestro glorioso nacimiento. Amén.