2º DOMINGO DE CUARESMA ciclo C.
San Lucas 9,28b-36.
Que contentos venimos hoy de misa, hoy nos ha dado Jesús un regalo muy bonito en el evangelio. Nos ha regalado la esperanza al dejarnos verle Transfigurarse.
Él fu al monte Tabor con sus amigos y allí les dio por primera vez ese regalo a ellos. Les dejo ver su verdadera naturaleza, lo que tenia en su corazón y en su interior. Les enseñó que estaba creado de la misma naturaleza que su Padre. Por eso su rostro resplandecía y sus vestiduras se volvieron blancas. Quiso que sus amigos le vieran así para que cuando llegase el momento de verle sufrir y padecer en la cruz, no tuvieran miedo y recordaran como le acaban de ver.
Hoy si hemos estado atentos al evangelio y a lo que el cura nos ha contado, entonces volvemos muy contentos porque sabemos que pronto Jesús va a tener que coger su cruz y padecer el calvario. Pero ya sabemos que es el Hijo de Dios, que está creado de la misma naturaleza de su Padre y que aunque sufra y muera, la Luz que hay dentro de Él no va a apagarse jamás. Su Padre habló en el monte Tabor y le dijo a los discípulos que escucharan a su Hijo. ¿Y qué es lo que más tarde Jesús le va a decir a sus amigos? Le va a contar que ha venido a sufrir, a morir, pero que resucitará y que su sacrificio va a salvar a todos los hombres. Esa es la esperanza que hoy nos regala con su Transfiguración. Saber que su luz tiene palabras de vida, por eso estamos tan contentos y no perdemos nuestra alegría frente al sufrimiento que se nos presente. Porque sabemos que somos hijos de Dios y que también dentro de nosotros existe esa luz que es Dios porque hemos salido de Él igual que salió su Hijo Jesús.
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