8 de Diciembre
2º Domingo de Adviento.
Ayer con los niños de catequesis celebramos la fiesta de hoy en mi parroquia. Celebramos los sabados porque el domingo es un imposible dar su lugar a los niños en la apretada agenda de la parroquia, entre Bodas, bautizos, y los peques necesitan su tiempo y su fiesta Eucarística para ellos.
Con el puente, muchas familias se encuentran fuera y pocos fuern los niños que asistieron, pero lo pasamos muy bien.
Esta mañana me levante muy cansada, tengo un gripazo mutante que llevo arastrando más de un mes y esta noche pasada ha sido un calvario de fiebre, placas en la garganta y mi hija Lucy estaba igual o peor que yo, toda la noche bajando le con agua la fiebre.
Casi me quedo en casa y no voy a misa hoy, pensé que el Señor y su Mamá entenderían mi excusa, porque estaba justificada. Pero entonces pensé en María.
Tan jovencita, era una chiquilla, una inocente adolescente cuando dios la llamó para ser su Madre. Ella no se sentiría cualificada. Aquello que Dios le pedía la rebasaría en sus fuerzas. En un mundo de hombres, que pequeñita debió de sentirse, pero no se excusó en sus limitaciones. Por el contrario dijo sí y guardó en su corazón todo lo que no entendía y con lo que no podía en ese momento, y Dios hizo el resto.
Así que con ese pensamiento me peiné me abrigé y me eché un poquito de maquillaje correcto en la cara para tapar lo feilla que estaba por como estoy físicamente de salud y me fui a misa. Allí me he llevado una gran sorpresa, una de las mamás ha asistido con Alejandro, él es un peque de mi grupo de catequesis y me ha dado mucha alegría verle allí, solo por estar hubiese merecido la pena el esfuerzo y la tiritera que he pasado, pero más aún Dios me ha regalado un montón de susurros al corazón que me han consolado, que me han reconfortado, espiritualmente y hasta físicamente. Por primera vez me he sentido tan pequeñita como debió de sentirse maría y también me he sentido realmente elegida para una misión con nombre y apellido que se que no podré llevar a cabo en mi fuerzas. Se que como María no entiendo y no se que quiere Dios de mi, pero se que si Él me ha elegido, no puede equivocarse y que me dará lo necesario para cumplir con esta misión que he de afrontar en el nuevo curso litúrgico.
Y ahora llego a casa, con una sonrisa en el alma que me sirve como un potente antitermico que me alivia hasta el cuerpo y leo unos comentarios de Kamiano
en el blog de mis amigos y me alienta aún más a saber que no estoy equivocada, que estoy caminando en la dirección correcta y estas palabras del Papa Francisco me lo confirman como si de un infalible gps se tratara que me va a indicar y llevar al destino que Dios quiere.
Lo que dice el papa de María en el nº 286 de Evangelii Gaudium:
“María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura. Ella es la esclavita del Padre que se estremece en la alabanza. Ella es la amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas. Ella es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios”.
Que el Señor os colme de bendiciones en este día que celebramos la Pureza, la inocencia, la humildad, la valentía de María, que no se escondió detrás de escusas.
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